Racismo y mestizaje y otros ensayos
Gonzalo Portocarrero
En Racismo y mestizaje y otros ensayos Gonzalo Portocarrero acude a diferentes herramientas metodológicas para tratar el que tal vez sea el problema capital del Perú. El libro es la última entrega del Fondo Editorial del Congreso.
La variedad de caminos con que Gonzalo Portocarrero se acerca al racismo en la sociedad peruana es congruente con la complejidad de un tema que, de inmediato, el mismo autor define como equívoco y resbaladizo. La razón es que por lo menos desde mediados del siglo XX, tal como lo plantea Portocarrero, el racismo es entre nosotros una práctica sin discurso y una entidad sin rostro aparente. Esta falta de estatuto, siguiendo al autor, se confunde fácilmente con una falta de sustancia, en total contraste con el poder determinante del racismo en la vida de los peruanos. El asunto se complica puesto que toda la eficacia del racismo en los comportamientos y actitudes transcurre en silencio, por decirlo así, de espaldas a los símbolos y la ley donde, por el contrario, imperan la igualdad de oportunidades y la defensa de la diversidad, aunque solo sea con la fuerza de las palabras. Ausente en el discurso oficial —incluso combatido dentro de él—, e incompatible a menudo con el aspecto de los que lo representan, el racismo parece por lo tanto solo un residuo verbal de tiempos pasados, “imágenes... que ya no corresponden a realidades definidas” como dice Portocarrero. Es precisamente lo que sugiere la vasta predominancia del mestizaje, en el que Portocarrero reconoce un doble efecto: por un lado, contribuir a relativizar la discriminación racial, por el otro, al hacerla invisible, ayudar a perpetuarla. Hacer el deslinde y trabajar a partir de la línea divisoria es el gran mérito de este libro.
Para establecer la definición y las condiciones del racismo Portocarrero lo aborda desde estándares heterogéneos. Su reflexión pasa por la historia y los textos literarios, se detiene en los mitos indígenas y la mentalidad popular, da un importante lugar a las historias de vida, y no duda tampoco en recurrir al estudio de los sueños y los tests psicológicos. La premisa explícita es que se hace necesario ir hasta el fondo de la subjetividad para dar cuenta de un hecho que, por relacionarse con los mismos pliegues de la autoestima, se resiste a ser formulado, y de hecho, según Portocarrero, se ha vuelto un tabú. Sobre este último concepto, Portocarrero desenvuelve la instancia decisiva de su propuesta. El sociólogo pone de manifiesto que toda la importancia que se le resta a los rasgos físicos en el discurso consciente reaparece, en un segundo momento, en una percepción generalizada que relaciona el rostro occidental, y solo él, con las atribuciones de la propiedad y la ciudadanía. Los días de la Conquista que estigmatizaron lo indígena no están entonces, ni mucho menos, lo lejos que se pretende.
Lima, 7 de junio de 2007
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