miércoles, 8 de agosto de 2007

NOTA SOBRE LA ANTIGUA GALERIA BOZA

En tiempos en que la mayoría de negocios del Jirón de la Unión viven buenos tiempos, la histórica Galería Boza sufre una lenta agonía. Más de la mitad de sus tiendas están cerradas y hoy es solo una sombra del concurrido y renombrado centro comercial de otros tiempos.

Por Raúl Mendoza
Fotos: Claudia Alva

ImageEntrando por el jirón Carabaya, la Galería Boza –alguna vez la primera, la más aristocrática y moderna galería comercial del centro de Lima– muestra hoy el aire triste de la decadencia. Una escalera eléctrica en rojo y dorado brillante ha quedado, silenciosa e inmóvil para siempre, como elegante símbolo de tiempos mejores. Y más allá, la mitad de las tiendas vacías hablan de un naufragio –comercial– que ya lleva más de una década. Solo se salva la parte que mira al jirón de la Unión, en la entrada principal, donde unas treinta tiendas todavía luchan contra los malos tiempos.

Lo que un día fue, ya no es. Ahora en la puerta hay jaladores que ofrecen a la gente cabinas de internet "a un sol la hora" y patas que solapa nomás dan volantes para un sex shop que funciona adentro. Las joyerías son mayoría aquí, pero también hay un par de restaurantes, tiendas que compran oro y plata, hacen grabados en platos recordatorios, o venden y arreglan relojes de marcas antiguas. Los letreros, que antes se destacaban en neón a la entrada de las tiendas, hoy son avisos chicherazos de fondo negro y letras en rosado o verde fosforescente.

"La decadencia empezó en los años 90", dice Joel Salazar, dueño de la joyería Joel y administrador del centro comercial, con la certeza de sus 27 años como comerciante en el lugar. Cuenta que el propietario de la parte que está vacía dejó el patrimonio a sus hijos y estos han mostrado poco interés por el potencial comercial de las tiendas. "Hoy esos locales tienen una deuda muy grande en agua y luz, y eso impide que sean alquiladas", refiere. Los ocupantes de esta parte de la galería fueron yéndose en los últimos quince años y nadie vino a reemplazarlos.

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Aníbal Cotrina tiene una librería esotérica bajo la escalera que mira al Jirón de la Unión. Vivió mejores épocas.

Una historia parecida cuenta el presidente de la Asociación de Comerciantes del Jirón de la Unión, Edmundo Calderón: "Hay un plan concertado con la Municipalidad de Lima para relanzar la galería, porque tiene historia y un nombre conocido. Hay comerciantes de Gamarra y Villa El Salvador interesados en ocupar la parte vacía, pero la desidia de los propios dueños es el principal escollo. Son varios herederos y no se ponen de acuerdo". Se sabe que incluso uno de ellos guarda su automóvil en la entrada de la galería que da al jirón Carabaya.Otros tiempos

Algunos memoriosos, como Agustín Utrilla, mozo del legendario café Dómino –que funcionó aquí hasta el 2001– cuenta que en la mejor época de las galerías, en los años 50, reconocidas joyerías y famosas tiendas de ropa y zapatos ocupaban los locales del edificio. Y recuerda sobre todo la famosa joyería Banchero que estaba en la segunda planta, tenía pisos alfombrados y vendía joyas que eran el sueño de cualquiera. "Era de las más lujosas. Y eso que hubo tiendas realmente renombradas", dice.

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El famoso café bar tiene el mismo look y la atención de antaño.

Otro con memoria de mejores tiempos es Aníbal Cotrina Celis, quien trabajó en el stand que la librería La Familia tuvo desde los años 60 bajo la escalera que mira al jirón de la Unión y se quedó como propietario cuando la librería cerró. Él siguió con el negocio y fue pasando de vender textos de todo tipo a vender literatura esotérica: religiones, búsqueda interior, filosofía oriental, palabras de iluminados, platillos voladores. Hoy su librería Cotrina es conocida por vender solo libros originales.

Don Aníbal recuerda que aquí tuvieron sus locales las tiendas Yompián, las peluquerías Uomo y Ángel, el café Galería, la casa Hayworth y el discocentro Héctor Roca. "La tienda de discos abrió en los 80 tuvo aquí una tienda grande, pero se fue en los 90 porque las ventas bajaron. Y así también cerraron varias tiendas porque el comercio bajó en el centro". Cuenta que hoy vende el 50% de lo que vendía hace 10 años y le da pena que la escalera eléctrica que daba al jirón de la Unión haya sido cambiada. Hoy es solamente una escalera de metal.

Los tiempos han cambiado y hay presencia de negocios antes impensables aquí. En la segunda planta hay una tienda que vende armas de fuego y también un sex shop medio misio que combate la falta de clientes con un "jalador" en el jirón y un maniquí semicalato en la puerta. El dueño es Roger, un joven que viene desde Los Olivos y vende vibradores desde 100 hasta 250 soles, prótesis a 100 soles y videos triple X a cinco solcitos. "Muchos entran a curiosear, pero ya tengo una clientela de conocidos que vienen siempre", comenta.

¿Volver a vivir?

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Un local que en el pasado fue una tienda de ropa, cambió de manos pero no de rubro.

Mientras en el jirón de la Unión se abren nuevas tiendas, se relanzan otras y a varias galerías les va de lo mejor, el único lunar sigue siendo Galería Boza, antes punto de encuentro de los limeños acomodados y de escritores, intelectuales, artistas y políticos en sus cafés. Su administrador, Joel Salazar, dice que más de la mitad de tiendas vacías influyen en la poca afluencia de compradores y la falta de luz por las noches pone en peligro a los locales. "La entrada a Carabaya es peligrosa porque los fumones merodean en los alrededores", cuenta.

La Asociación de Comerciantes del Jirón de la Unión tiene un plan para mejorar las fachadas de todo el jirón, habilitar vitrinas en las tiendas que aún no tienen, mejorar la iluminación, pero en Boza no pueden hacer mucho. La famosa galería de dos plantas agoniza en medio de las buenas ventas de sus vecinas. Luce triste. ¿Podrá hacer algo la Municipalidad de Lima? Quién sabe. El lugar está inmejorablemente ubicado, pero sus tiendas están abandonadas, sus marquesinas viejas, su escalera eléctrica paralizada para siempre, como mudos restos de un naufragio comercial que no termina. Urge reflotarlo.






fuente: larepublica.com.pe

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