Rafael Marquina y Bueno nació en Lima, el 9 de febrero de 1884, hijo del capitán de navío José Manuel de la Asunción Marquina y Dávila Condemarín (Trujillo 1829 - Lima 1896) e Isabel Bueno y Ortiz de Zevallos. Fue bautizado con los nombres de José Rafael Ernesto en al iglesia de Los Huérfanos, en Lima, el 11 de marzo de 1884. Tuvo cuatro hermanos: Luis Guillermo, Manuela, Victoria e Isabel.
En 1904 inicia -como él mismo habría de decir más tarde, gracias a la generosidad de su hermano, el Ing. Luis Guillermo- estudios de Arquitectura en la Universidad de Cornell, en Nueva York, donde obtuvo distinguidos premios a la calidad de su trabajo, como las medallas "Gargoyle", "La Tertulia" y "Sands Medal".Concluidos sus estudios universitarios regresa al Perú en 1909, y el 6 de octubre de ese año ingresa a trabajar a la Sección Técnica de la Dirección de Obras Públicas del entonces llamado Ministerio de Fomento, encomendándosele la conclusión de las obras del colegio Guadalupe.
Trascurría entonces el periodo del primer gobierno de Leguía, época en la que se desarrolla una serie de obras públicas por parte del Estado. A Marquina se le encarga la que sería su primera gran obra pública y que le permitirá desplegar su virtuosismo y conocimiento de la arquitectura académica: la Estación de Ferrocarril de Desamparados.
Iniciada en 1911, se trata de una cuidadosa composición academicista que se inserta coherentemente en el espacio urbano donde se encuentra, incorpora de manera creativa el desnivel existente entre la ciudad y la orilla del río, ofrece una propuesta fluida a las circulaciones de los pasajeros, utiliza las posibilidades constructivas de los materiales y sistemas disponibles, y despliega un manejo innegable de los recursos de diseño que se refleja aún en los mínimos detalles.
Con una fachada que ejerce de fondo al jirón Carabaya (una de las calles que delimita la Plaza de Armas y frente a la cual se encuentran la Catedral, la residencia del Arzobispo y uno de los lados del Palacio de Gobierno) la composición es de innegable influencia neopaladiana, acorde a las enseñanzas de muchas escuelas de arquitectura en los Estados Unidos por aquella época. La composición simétrica del frente, elevado unas gradas respecto al nivel de la calle; las pilastras de orden gigante que apoyan en amplios basamentos, y el coronamiento en la parte superior central -donde hay un amplio reloj- con esculturas a los lados recuerdan las propuestas del arquitecto de Vicenza que tanto influyó en la cultura arquitectónica anglosajona. Si bien la composición es totalmente académica, podemos encontrar el uso de algunos elementos que no pierden sintonía con algunas características propias de la arquitectura barroca limeña, como es el uso del almohadillado. Es cierto que el almohadillado es un motivo que nos remite inmediatamente a la arquitectura manierista italiana, pero es también un tema que se podía encontrar sin problema en diversas edificaciones coloniales, como la fachada de la Iglesia de San Agustín y, principalmente, en la fachada de la vecina iglesia de San Francisco Esto podría entenderse como una preocupación, ya desde esta etapa, por la creación de una arquitectura que, respetando los cánones clásicos y las tendencias contemporáneas, se integra a un espacio urbano tan particular como el de Lima. En efecto, ésta será una de las características de la obra de Marquina.
En 1914, el 16 de enero, Marquina es designado por concurso jefe de la Sección de Obras Públicas de la Sociedad de Beneficencia de Lima. Dos semanas después de iniciar su trabajo en la Beneficencia, el 31 de enero, se acepta su renuncia al Ministerio de Fomento.
Marquina continúa desarrollando una muy importante actividad profesional con propuestas de edificios significativos que conformarán buena parte de la imagen de la ciudad a inicios del siglo XX. Son obras en continuidad con la tradición existente que no renuncian a su contemporaneidad y muestran su pertinencia de lugar. Es así como en 1915 proyecta el Hospital Arzobispo Loayza y en 1917 diseña el Puericultorio Pérez Araníbar, ambos conformados por pabellones de inspiración clásica, en el primer caso en los límites de la antigua ciudad histórica, en el segundo en amplios terrenos cerca al mar.
En 1919 inicia lo que será una muy destacada tarea docente, la que continuará a lo largo de toda su vida. En efecto, el 22 de marzo de 1919 se incorpora como profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tendrá a su cargo el curso "Elementos de Arquitectura y Perspectiva".
La década del 20 es muy promisoria. Si bien algunas de las edificaciones realizadas hasta entonces ya pueden considerarse como emblemáticas de su obra, su producción arquitectónica será siempre de extraordinaria calidad. En 1923 proyecta el Hotel Bolívar, frente a la entonces recientemente abierta Plaza San Martín. Tres años después se le encomienda el diseño de los portales de dicha plaza, generándose un nuevo espacio público y representativo de la ciudad, que se articula perfectamente con la traza ya existente, demostrando que intervenciones contemporáneas cuidadosamente pensadas pueden contribuir a la mejora de la ciudad asumiéndola como un ente vivo, en cambio y mejora continua, más que como un espacio definitivo e intocable. Marquina dirigirá las obras de los portales de la Plaza San Martín hasta 1940.
Entre 1925 y 1930 se realiza una serie de edificaciones que siendo de vivienda y comercio, no requieren la monumentalidad de las obras institucionales, pero no por ello dejan de ser expresión de una extraordinaria solvencia profesional. Son edificios como el Monopinta, Boza, Pardo-Bejarano, Trujillo-Libertad, Petateros-Plateros y Tambo de Belén; todos ellos perfectamente engarzados en tramas caracterizadas y terrenos no siempre del todo regulares, desarrollados con lenguajes que, siendo contemporáneos, mostraban una correspondencia formal con el entorno donde se ubicaban.
En 1928 Marquina proyecta el primer grupo de Casas de Obreros que habrán de significar prácticamente una nueva tipología en la arquitectura del siglo XX en el país. Es destacable el interés de Marquina por un tema de tanta gravitación social, y que enfoca siempre en términos arquitectónicos. En efecto, la arquitectura tiene también algo que decir en aspectos sociales y puede contribuir a la mejora en las condiciones de vida de los trabajadores: Marquina desarrolla, con un número limitado de recursos materiales, pero con una gran creatividad y dedicación, conjuntos de viviendas que, siendo bastante económicas como lo demanda la naturaleza del encargo, reflejan un claro dominio de la profesión, con soluciones de innegable coherencia formal, empeño constructivo y riqueza espacial.
Con un desempeño profesional tan destacado, Marquina da en 1928 un cambio en su labor docente: deja la Escuela Nacional de Bellas Artes e ingresa a la Escuela de Ingenieros como profesor interino del curso "Arquitectura de la Habitación". Desde entonces su vida estará estrechamente relacionada con la formación de los futuros arquitectos del Perú. En 1934, año en que proyecta el segundo grupo de casas de obreros, es designado jefe de prácticas en el curso "Proyectos Arquitectónicos", y en 1935 es nombrado profesor titular del curso "Arquitectura de la Habitación". Dos años más tarde, en 1937, será designado Jefe del Taller de Proyectos de Arquitectura y de Dibujo Arquitectónico.
Hacia mediados de la década de los treinta Marquina cuenta ya con una reconocida trayectoria profesional, participa de la actividad académica, y es convocado a intervenir en diversas actividades asociativas, gremiales, y de consulta relativas a la profesión de arquitecto.
Así, en 1937, año en que proyecta los edificios Olaya y Wilson-Colmena, participa en la fundación de la Sociedad de Arquitectos y es elegido su primer presidente. Al año siguiente es designado miembro del Consejo Nacional de Urbanismo del Perú y proyecta la ampliación del Hotel Bolívar. Un año más tarde, en 1939, es convocado a integrar el Consejo Nacional de Restauración y Conservación de Monumentos. A fines de ese mismo año deja la presidencia de la Sociedad de Arquitectos y es distinguido como socio honorario de la Asociación de Arquitectos de Chile.
El año 1940 será un año lleno de actividad que refleja su compromiso con la profesión: En el mes de marzo es nombrado Presidente del Consejo Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos, preside luego la delegación del Perú que participa en el V Congreso Panamericano de Arquitectos a realizarse en Montevideo; se le designa miembro de la Junta Consultiva de Arquitectos de la Municipalidad de Lima y participa como jurado calificador de uno de los concursos arquitectónicos más importantes de la época: el concurso para la remodelación de la Plaza de Armas de Lima. Ese año proyecta el tercer grupo de casas para obreros.
1942 será igualmente un año de intensa actividad. Deja la jefatura de la sección de obras públicas de la Beneficencia Pública de Lima y en junio renuncia a la Presidencia del Consejo Nacional de Conservación y Restauración e Monumentos. Su labor se orienta entonces, de manera cada vez más decidida, además de a la práctica profesional, a la docencia. En el mes de febrero integra la Comisión de Formulación del Plan de Estudios de la Sección de Arquitectos Constructores de la Escuela de Ingenieros, y el 1 de abril asume el cargo de Jefe de la Sección de Arquitectos de la Escuela de Ingenieros. Pocos meses después, en junio, integra la comisión de construcción el nuevo local de la Escuela de Ingenieros. Dos años después, en 1944, participará como miembro del Consejo Directivo de la Escuela. Ese mismo año diseña los interiores del Banco Internacional del Perú.
En 1945, conjuntamente con Raúl Porras Barrenechea y Ella Dumbar Temple asume la reorganización del Archivo Nacional. Es nombrado miembro honorario del Instituto Americano de Arquitectos, con sede en Washington,
Su compromiso con la Escuela de Ingenieros alcanza uno de sus puntos más altos cuando, el 11 de mayo de 1946, es designado por la junta Mixta de Reforma como Jefe del Departamento de Arquitectura. A los pocos meses, el 27 de julio, será reemplazado del cargo por enfermedad; asumiendo en su lugar el Arq. Héctor Velarde. Su relación con la Escuela, sin embargo, no termina allí. Pocos días antes, el 22 de julio, la Junta Directiva de la Escuela de Ingenieros lo designó, junto con el Ing. Juan Francisco Benites, a conformar, ante el Departamento de Obras Públicas del Consejo Provincial e Lima una comisión sobre el ensanche del entonces llamado Jirón Tacna.
La labor de Marquina es, en este punto, reconocida no sólo a nivel nacional sino internacional. En 1947 Marquina preside el VI Congreso Panamericano de Arquitectos, y dos años después se le confiere la Orden del Sol del Perú. Un nuevo encargo surge es año: la restauración y remodelación de la casa de la sociedad Entre Nous, en el centro histórico de la ciudad.
En 1951, el 18 de abril, el arquitecto deja la Escuela de Ingenieros, pero su interés por la formación de arquitectos no termina. Es nombrado Jefe Honorario del Departamento y profesor Honorario de la Escuela. La Municipalidad de Lima le otorga la Medalla de Oro. Al año siguiente, en 1952, deja la Beneficencia Pública de Lima y asume la presidencia de la Sociedad de Arquitectos debido la renuncia de la junta directiva, cargo en el que estará hasta 1954.
En 1955 Rafael Marquina es nombrado Decano Honorario de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería, la primera Facultad de Arquitectura del país.
En los años siguientes Marquina continúa su labor de proyectista y su actividad gremial. En 1955 participa en el XI Congreso Panamericano de Arquitectos en Venezuela, en 1961 conforma la Comisión de elaboración del Reglamento de Conservación y Restauración de Monumentos Históricos. Dos años después es nombrado miembro de la Comisión de Calificación de Monumentos Coloniales y Republicanos de la Junta Deliberante de Lima Metropolitana de Monumentos Históricos, Artísticos y lugares Arqueológicos. .
En 1964, el 22 de abril, Rafael Marquina fallece en Lima.
La obra de Marquina estuvo siempre signada por una prolífica labor en el campo del diseño, académica y gremial. Su trabajo como proyectista la desempeñó tanto al servicio del Estado como en la práctica privada, produciendo algunas de las obras paradigmáticas de la Arquitectura Peruana del siglo XX. En el campo universitario mantuvo siempre un compromiso con la formación de los futuros profesionales del país, llegando a ocupar los más altos cargos académicos; mientras que su interés por la profesión lo llevó a desempeñar actividades de carácter gremial y de representación.
Rafael Marquina constituye, sin lugar a dudas, una de las figuras más notables de la Arquitectura del siglo XX en el Perú.
Luis Villacorta S.
Arquitecto
Bibliografía:
-Jiménez Campos, Luis, y Miguel Santiváñez Pimentel, "Rafael Marquina, Arquitecto" Trabajo de investigación para optar el título profesional de Arquitecto. FAUA-UNI 1994
FUENTE: ELARQUITECTOPERUANO.COM
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